Carl Jung indica que CC e ICC se equilibran gracias a los sueños. Las imágenes oníricas no pueden ser comprendidas desde la lógica racional, sino desentrañando el simbolismo de una imagen, una palabra, una sensación. Dicho símbolo puede ser colectivo, pero primariamente es individual, producto de las vivencias, creencias y sensaciones del sujeto.
Descubrir el mensaje del ICC al pensante traduciendo en palabras (¡también símbolos!, es mi tarea de hoy.
Quizás ayude a alguien a sentirse mejor, quizás solo pase como un viento fuerte que despeine tu cabeza, hasta que vuelvas a acomodarte los cabellos y las ideas a la manera habitual.
Quizás sea la semilla que prenda donde el terreno esté preparado para el arraigamiento.
Una gran pirámide de metal con sus lados reforzados con remaches.
Se ve sólida, imponente, brilla a la luz con un resplandor verdoso.
Se asienta sobre un terreno pedregoso, aunque la vegetación que lo circunda es propia del humus pampeano.
Dentro de la pirámide hay armas, como de películas de ciencia ficción: complejas, sofisticadas, con muchas piezas que le dan un aspecto de tecnología de avanzada. Pero sólo es un arma, al igual que la espada de estrellas que, desde el exterior, penetra la pirámide, transformándola en un gran óvalo circunscrito por un cordón luminoso del que emanan y en el que penetran juguetonas chispitas y rayitos de luz multicolores.
Se abre entonces un camino infinito que es cubierto por la inconmensurable luz blanca que avanza e indica “DEPONED LAS ARMAS, DEPONED LAS ARMAS, DEPONED LAS ARMAS”. La firmeza, la ternura, la bondad, el amor lo inunda todo.
No hay separación entre el sonido, el color, el sentimiento.
Es para mí, soy yo, sos vos, es el lugar, es el tiempo, todo aunado y sin divisiones, esas divisiones que la mente CC utiliza para funcionar con su lógica de cuantificar y calificarlo todo, asociando, descartando, comparando.
Armas implica defensa-ataque, desde una estructura fortificada donde el encierro (aparentemente seguro), comprime y restringe a la vida que desea moverse, jugar con una miríada de chispitas coloreadas que pulsan por intercambiar con esa vida, aparentemente individual, pero que no está separada del contenedor.
Deponer las armas implica que no hay ni mejor ni peor, ni arriba, ni abajo. Sólo intercambio, generación y transformación en el pulso infinito de la vida.
Desde el corazón, de Mabel.
excelente blog,Mabel.
ResponderEliminarte sigo.
mil besos*