Cuando la personalidad se desvía del camino trazado por el Alma, surge el conflicto (la desarmonía) que posiblemente cristalizará en una enfermedad somática. Precisamente, los signos y síntomas de la misma serán el aviso de que algo no funciona (la conexión Alma-personalidad) y debe ser reconducido.
De manera que la enfermedad no se erige como un castigo, sino como la oportunidad de rectificar una actitud, creencia o percepción equivocada.
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