Las plegarias silenciosas centran
los círculos de mujeres sabias.
Cada una reza a su manera
para alcanzar la sabiduría, el valor,
el conocimiento introspectivo o la compasión.
Que el bien más preciado penetre en el círculo
y salga renovado de él.
Lo sagrado femenino y el arquetipo de la diosa tripartita desapareció en el inconsciente colectivo con el patriarcado, y la sabiduría de las mujeres estuvo ausente de la política y los gobiernos. En cambio, los mecanismos de control y equilibrio que aportaba el modelo de gobierno de los iroquois, con un consejo de mujeres y otro de hombres, reconocía la necesidad de la existencia del principio femenino de la afinidad, que propugna el cuidado de todos los miembros de la comunidad, y el principio masculino de solventar los problemas y alcanzar los objetivos. La persona desarrollará ambos aspectos de la psique, cuando y sólo cuando eso sea posible. Al forzar los estereotipos, el desarrollo del individuo se ve amenazado. Las dos primeras generaciones de feminismo tuvieron un efecto muy profundo en el potencial individual de la mujer para desarrollar ambos aspectos de sí misma, y en la posibilidad de cambiar las relaciones entre hombres y mujeres y pasar de la dominación masculina a la igualdad. Sin embargo, la cultura siguió siendo patriarcal y mostrando un franco desequilibrio; y la mujer también es responsable de ello cuando sólo pone la mira en el éxito. Tanto si el objetivo que se persigue es alcanzar el grado más ínfimo de provecho como si se trata de ganar la batalla que decidirá una guerra, cuando el principio masculino no se encuentra equilibrado con el principio femenino de la afinidad, habrá bajas entre los no combatientes, porque los individuos y el entorno se consideran prescindibles. El sufrimiento es inevitable cuando eso ocurre, y las consecuencias para las generaciones venideras serán graves.
Shinoda Bolen "Las diosas de la mujer madura"
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